A la hora de escribir un guión hay unas partes esenciales que hay que tener muy en cuenta. Una de ellas es el tratamiento de los personajes, saber el quién, como, por qué, cuando...saber tratarlos y retratarlos como si realmente existieran. A fin de cuentas, que lleguen a tener alma.
Una vez planteados todos los personajes y plasmados ya sea con frases, o con sus propios actos en el guión, serán estos los que de alguna forma irán dando sentido a esa estructura principal, escrita como borrador, que fue en esencia el planteamiento original de nuestro guión.

Una vez finalizado todo el proceso comienza lo que para mi es lo más complicado, la reescritura para dar un mayor sentido a la historia. Muchas veces es aquí donde surgen ideas nuevas que apartan a otras que antes creíamos inamovibles, esenciales. En "La línea Actual" por ejemplo fue en esta parte del proceso en la que apareció la pelota roja que daría todo el sentido a la historia, la verdadera protagonista.

Por ello, hay que tener paciencia y esperar a que nuestra criatura vaya cogiendo forma hasta el momento en el que nos daremos cuenta de que está lista para ser rodada.

Poco a poco "El síndrome de Estocolmo" va cogiendo forma, a la vez que en otras ocasiones la pierde. Es una batalla que poco a poco se va ganando, hasta que llegue el día en el que pueda decirme a mi mismo que he conseguido exactamente lo que quería contar.

Se trata de un cortometraje complicado, como algún día podrán comprobar. Lleno de matices, de gestos y de dolor, los cuales son necesarios a la hora de retratar lo más fielmente posible, la historia de un secuestro.

Hasta entonces, espero que sepan esperar.